Acompañar la creatividad La creatividad es un ámbito básico en la vida de las personas y de aquí surge nuestra necesidad de continuar indagando y replanteándonos este aspecto. Recogiendo las palabras de Osho (2007: 15), “la personas sanas son creativas; la creatividad es una especie de fragancia de la auténtica salud… Cuando una persona está realmente sana y es total, la creatividad surge naturalmente en ella, aparece la necesidad de crear.”

Ya en la página web de La Caseta hay un escrito hecho por Pere Juan Duque donde habla de la creatividad. El objetivo de este texto es sumar al anterior y poder construir nuevas posibilidades, y, al mismo tiempo, investigar en nuevos aspectos.

En este caso queremos adentrarnos en el rol del acompañante. Para poder llegar a nuestro objetivo planteamos recorrer distintos espacios y así poder compartir nuestro proceso. Nuestro recorrido empieza por poder reflexionar sobre qué es la creatividad. ¿Qué entendemos por creatividad? La creatividad es como un proceso del día a día, como un momento de conexión con uno mismo donde surge la autenticidad, un espacio donde poder sentir, ser, tener un lugar y poder vibrar, un momento de autoexpresión, donde poder sanar y dar escape a emociones, una creación que se mueve entre el caos y el orden y permite la equifinalidad (desde lugares muy diferentes o caminos diferentes se puede llegar a resultados iguales con el mismo valor).

El creador

El siguiente paso de nuestro camino es planearnos qué miramos y observamos en l@s niñ@s. Como acompañantes podemos observar muchas cosas y desde muchos lugares. Nos apetece reflexionar sobre qué nos puede indicar que un@s niñ@s están entregad@s al proceso creativo.

Así, miramos la concentración o atención. En cualquier proceso creativo se requiere una concentración, y cuando hablamos de concentración nos referimos a un significado más amplio, no a aquellas cosas que nosotros, como adultos, entendemos como concentración o lo que la sociedad nos explica, sino a aquel momento en el que el niñ@ está entregado a aquello que hace, esto puede ser sentado o en el suelo, mirando al infinito o mirando la creación, puede ser desde el movimiento o la quietud, puede ser desde el sonido o el silencio… nuestra atención no está en la forma sino en lo que se mueve en el niñ@, en esta persona única que está construyendo su propio proceso.
La toma de decisión. Cuando hablamos de la toma de decisión nos referimos a los pasos que hace el niñ@ en todo el proceso. Englobamos los actos que hace desde la propia creación, los que hace desde la imitación, desde la réplica… Incluimos estos actos porque creemos que también éstos pueden conllevar una decisión. Y ponemos el énfasis en que lo relevante no se encuentra en aspectos como de dónde saca la idea, sino si la decisión está tomada desde él o es externa. Imitar a alguien puede ser el punto de inicio para elaborar algo propio, o puede ser una inspiración para que aflore algo interior. Así, cobran sentido las palabras de Osho (2007: 11): “la creatividad es la fragancia de la libertad individual”.
El método al servicio del niñ@. En nuestra historia ha habido muchas personas que han querido compartir sus aprendizajes y sus vivencias, algunas veces creando metodologías y dejando su legado más o menos estructurado. Cuando reforzamos la propuesta que permite sumar las vivencias de los otros con las propias ideas hablamos de una metodología como para el niñ@. Así pues, proponemos técnicas y metodologías para poder nutrir y amplificar la expresión del niñ@. A veces, la metodología nos trae rigidez y nos separa de nuestras propias decisiones, pero hay otras veces en las que la metodología nos permite llegar a puntos concretos que necesitamos en nuestra creación. En estos momentos la metodología nos cataliza y acompaña a llegar a lugares más especializados, nos permite sumar experiencias y profundizar en el trabajo que realizamos.
El tiempo
Después de haber podido recordar y plantearnos sobre el creador, nos gustaría continuar ahondando en el tiempo. En nuestra experiencia vemos que el tiempo es un factor muy importante a tener en cuenta. En relación a este tema nos gustaría hablar sobre: el tiempo interno, el tiempo colectivo y el valor del tiempo.
El tiempo interno se entiende como el proceso que un niñ@ hace secuencialmente. Así, hay niñ@s con distintos ritmos y todos son válidos; algunos ritmos nos pueden incomodar o ayudar como acompañantes, pero esto es en referencia a nosotros mismos y no a ellos. Nos podemos preguntar cómo sería poder ofrecer a cada niñ@ su propio tiempo. Esto no quiere decir que no podamos mirar que somos parte de una sociedad y de un grupo que tiene ritmo propio y necesidades. Para poder acompañar la doble necesidad (ritmo del niño y ritmo del grupo) ayuda conocer al niñ@ y poder prevenir el momento de encontrar el final. Como acompañantes, una de nuestras funciones es poder armonizar los diversos ritmos de los niñ@s en un grupo.
El tiempo colectivo es un tiempo que nos apoya y nos organiza. Este tiempo colectivo que es externo a todos los miembros y que nos facilita la estructura para formar parte de un grupo, a veces plantea límites complejos. De aquí la importancia de poder prevenir y poderse tomar un tiempo para poder reconocer el proceso de cada nin@ y poder transmitirle el ritmo grupal.
El valor del tiempo nos permite ver que la profundidad de la creación no reside en el tiempo destinado a la creación por varias razones: una es que no siempre se puede ver desde fuera cuándo un proceso comienza o acaba (por ejemplo, puede ser que en un momento determinado un niñ@ construya una cosa que lleva tiempo formando, después de ir acumulando experiencias en su cabeza), otra razón, desde nuestro punto de vista, es que la importancia no reside en el tiempo sino en la profundidad de conexión con esa acción creadora.
El espacio 
Aparte del tiempo, hay otros factores externos que el acompañante puede favorecer y donde puede intervenir. Para poder reflexionar sobre este tema, proponemos una mirada desde lo más general hasta los detalles más específicos o concretos.
Así pues, empezaremos por el concepto de estética. La estética como el valor de cuidar el espacio: cuando un niñ@ entre en ese lugar se sienta recogido, cuidado y nutrido para poder emerger desde el interior. Mirando la estructura del espacio, viendo el mobiliario, el color de las paredes, qué objetos hay colgados en las paredes, cuántas esquinas tiene la habitación…
Una de las funciones del acompañante es poder acompañar a l@s niñ@s para poder continuar conectados con sus deseos-ilusiones y ofrecerles un espacio para poder volverse a conectar. Así pues, es importante valorar si el espacio es acogedor, que no desanime o desconecte a las personas, de fácil acceso…
Cuando hablamos de acogedor, nos referimos a que la sala pueda acoger las necesidades de creación del niñ@. Cuando decimos que el espacio no desanime o desconecte, nos referimos a un espacio neutro o semineutro, porque, algunas veces, espacios donde hay realizaciones de otras personas (adultos, grandes pintores) hacen referencia a momentos pasados y a puntos elaborados que pocas veces suman en el presente del niñ@ y más bien son informaciones del exterior que modifican al niño (diferente es cuando el niñ@ busca o pide propuestas). En este caso, nos referimos a creaciones de otros que están al alcance de l@s niñ@s sin petición propia porque lo vemos como una posible intromisión a su creación. Como todo, no pretendemos hacer una metodología sino plantear unas preguntas. ¿Es este espacio armonioso? ¿Qué debería sentir un niño cuando entra en un espacio concreto? ¿Yo podría crear en este espacio? Creemos que habría que mirar los mensajes que dan los objetos, ya que tener imágenes prediseñadas o realizadas por adultos pueden nutrir al niñ@ o pueden desconectarlo de sus propias necesidades y llevarlo fuera de él.
Material 
Según el material podemos observar creaciones efímeras o no. En este punto queremos poner énfasis en la gran diversidad de creaciones que existen. Desde La Caseta miramos la creatividad en todo su esplendor. Así pues, vemos que hay creaciones que dejan una huella y otras que son efímeras. Cada una tiene su relevancia e importancia en el desarrollo de l@s niñ@s, y como adultos es interesante poder ver el placer que conlleva al niñ@ a cada una de ellas. Si las miramos, vemos que existen creaciones efímeras, como la danza, y permanentes, como la pintura, con un gran abanico en medio y con una gran diversidad de opciones. No es lo mismo hacer una pintura para colgarla a la pared o para entregarla a la familia que hacer una pintura para guardarla en un cajón. Una de las grandes diferencias es el para quién lo hago y dónde está mi pensamiento en la creación (puede estar en el aquí y ahora o en el futuro). Como toda creación, se pueden proponer adaptaciones para crear ambientes diferentes: no es lo mismo acompañar a un niño a escribir una partitura de una canción que ofrecerle un espacio para que construya su pieza musical donde no habrá registro alguno (sino que será un espacio de experimentación y disfrute del presente).
Cuando hablamos de los materiales seguimos la misma línea: qué necesidades tienen los niñ@s, qué aporta cada material y qué aporta poder escoger qué ofrecer en cada momento. Los materiales que rodean al niñ@ son objetos que lo invitan a crear. L@s niñ@s proyectan sus ideas internas a partir de las cuales descubren el medio en el que están… de todo esto queremos hablar y poder compartir puntos relevantes, ya que en esta etapa hay una necesidad de descubrimiento, de creación, de manipulación. Están en una etapa global de descubierta del entorno y de las cualidades de los objetos; por ese motivo, los materiales tienen una gran importancia. Como apuntan diversos autores, en esta edad a l@s niñ@s les apasiona fabricar cosas utilizando herramientas reales: carpintería, cocina, talleres, cabañas. Es importante facilitarles buenas herramientas para que, en la medida de lo posible, construyan y elaboren los objetos que necesitan.
¿Qué aporta crear con un material u otro? Para hablar de los materiales podemos fijarnos en distintas clasificaciones: colores, cualidad del material, nivel de concreción… Cuando hablamos de colores, nos referimos a cómo queremos que l@s niñ@s vean ese objeto (lleno de colores, con un solo color, tonalidad del color, con o sin dibujos….). Al hablar del material podemos ver que hay objetos sintéticos (como el plástico), u objetos de materiales más naturales (como la madera, el hierro, el algodón…). Cada material tiene sus cualidades, por ejemplo el plástico es muy fácil de lavar pero engaña los sentidos y no es tan nutritivo a nivel sensorial (ya que un objeto muy grande de plástico perceptivamente debería pesar mucho y en realidad un niñ@ puede moverlo sin dificultad; esto crea en el niñ@ una distorsión). Así pues, para un niñ@ es importante tener al alcance materiales que propongan vivencias diferentes de tacto, densidad, peso, forma… Así, es interesante poder manipular dos objetos del mismo tamaño con densidades diferentes (se pueden ofrecer creaciones diferentes, por ejemplo, cortar un papel o un cartón) y no es lo mismo crear con piezas de plástico que de madera.
Si miramos el nivel de concreción de los objetos vemos qué nivel de información da el objeto y qué cantidad de información puede depositar el niñ@. Es decir, si el objeto es una muñeca con pilas que habla y lo hace todo deja un espacio muy reducido de juego para el niñ@. Si la misma muñeca no tiene pilas, deja al niñ@ más margen, ya que ést@s pueden imaginar y construir qué le sucede a la muñeca y su relación con ella. Y si en vez de una muñeca tenemos un material de telas de algodón y cuerdas y cojines, cada niño puede construir su propia muñeca y poner allí todo lo que el necesita. ¿Hasta qué punto los objetos son plataformas para que los niñ@s puedan construir sus realidades? ¿Hasta qué punto los objetos que hay a su alrededor ya marcan o muestran un camino? ¿Dónde está la creatividad cuando el objeto ya marca o define un camino?
Relación con los iguales 
Hablamos de la relación con el otro como una parte indispensable en la formación de uno mismo. El otro puede inspirar, nutrir los propios aspectos de uno mismo. Así pues, los otros son muestras de posibles caminos a escoger, un reflejo donde construir sobre la creación o donde compartir sobre otros aspectos de la vida mientras se crea. Hemos visto muchas veces niñ@s que disfrutan compartiendo espacio con otr@s niñ@s, hablando de otras cosas mientras realizan tareas muy complejas. Puedo estar creando con el otro y estar en silencio y estoy compartiendo con otro y al mismo tiempo estoy conmigo (es, al mismo tiempo, interno y externo). Actualmente en nuestra sociedad hay mucha mirada de comparación, de allí surge la necesidad de poder proponer actividades o creaciones a l@s niñ@s en espacios donde convivan distintas creaciones.  A veces las creaciones hacen un camino, a veces empieza cada uno en su creación, en algún momento se funden con otros y puede ser que terminen cada uno en su proceso. Pueden vivir la creación con el otro, al lado del otro, en uno mismo… Y hay lugar para la individualidad y el compartir.
Relación con el adulto
Dejamos para el final la relación con el adulto porque ya en todo el texto han ido saliendo preguntas, ideas para poder abordar este tema. Así que en este punto recogeremos todos los aspectos ya hablados desde otro punto de vista. Cuando hablamos de la figura del adulto, hablamos de una figura que está apoyando la creación del niñ@ desde la observación de sus necesidades y la valoración de intervención, propuestas y ayuda que necesita. Por ese motivo queremos plantearnos distintos puntos que creemos esenciales para observar.
¿Hasta dónde interviene el adulto?
La línea en el acompañamiento entre el abandono y la limitación es muy sutil. Vemos esta sutileza en diversos aspectos, uno es que cada niñ@ es diferente y por lo tanto tiene su propia línea. Por otro lado sucede lo mismo con los adultos. Cada relación es única. Por ese motivo la propuesta es de una escucha y conocimiento (propio y del otro) muy elevado. La búsqueda personal y pedagógica sobre cómo acompañar a l@s niñ@s desde el límite estructurador, sin que haya rigidez ni barreras. ¿Desde dónde pongo los límites? ¿Cómo propongo? ¿Quién propone? ¿Desde dónde propongo? Centrándonos en el caso de la creatividad y de las posibles creaciones, hay personas que optan por el acompañamiento del asistente y desde La Educación Creadora proponen acompañar y cuidar todo, hasta la punta del pincel del niño, dejando lo que hay después solo y exclusivamente para el niño. Des de La Educación Creadora encontraron este formato para poder mostrar al niñ@ la presencia, compañía, apoyo, reconocimiento… en su acto creador.
PROPUESTA. Otro aspecto en el que el adulto puede intervenir es en la propuesta, aquí observamos dos variables: de dónde surge la propuesta y cómo es. En el primer caso hablamos de si la propuesta nace del niñ@ o del adulto. Y en el segundo caso tenemos la propuesta más abierta o cerrada. En los dos casos hablamos de una gradación, no es o un término u otro sino que existen muchas posibilidades. Desde la pedagogía libre favorecemos que las propuestas sean desde el niño y sus necesidades. Y también aparecen propuestas desde los adultos, no como unas personas que sabemos más, sino como unas personas que también estamos en contacto con los l@s niñ@s, que también compartimos, que podemos aportar, que vemos sus recorridos y nos surgen ideas… Desde este lugar de escucha, ponemos al alcance del niñ@ nuestros descubrimientos, nuestras pasiones, ilusiones, etc. para que ellos puedan construir las suyas. Los adultos somos personas vivas que acompañan a seres vivos. Y es desde aquí que el adulto valora si propone una actividad cerrada o abierta. Una actividad abierta ofrece un espacio de investigación y de exploración donde pueden aparecer necesidades de saltar de conceptos e imágenes proponiendo un espacio donde cada niño pueda satisfacer sus necesidades propias. Y cuando hablamos de una actividad cerrada, normalmente, permite ahondar en un aspecto concreto y ofrecer un espacio de concretización e indagación.
SILENCIO. El lugar desde donde se propone acompañar es desde el silencio interior, para poder estar desde la escucha interna y externa. Muchas veces tenemos un ruido interno que pone velos al momento de poder acompañar las otras personas. También se piensa que todas las personas son espejos que nos reflejan partes de nuestra historia o facetas nuestras. Por otro lado, está el aspecto alimentario de vivir en comunidad y poder construirnos a partir del otro. Hay quien afirma que nosotros podemos ser conscientes que existimos gracias a que hay el otro. La fenomenología propone poder observar los fenómenos y poderlos describir elidiendo o poniendo conciencia en todos aquellos pensamientos, recuerdos y juicios que añadimos por historia.
NO JUICIO. Desde este lugar de silencio interno es más fácil poder observar los juicios que hacemos hacia nosotros y hacia fuera. A las personas, desde que nacemos, se nos dice qué cosas están bien hechas y qué cosas están mal hechas. Toda persona, para formar parte de una sociedad, necesita conocer los patrones, valores, rituales, códigos e información para poder ser parte de este grupo de personas. Pero en algún momento de la historia esta necesidad se transformó en una cuadricula externa que encasilla todas las actitudes en bien y mal, polarizando las respuestas e invitando las personas a juzgar desde una perspectiva externa. La propuesta, ahora, es poder vivir en sociedad cuidando los límites de cada persona (también los propios), poder manifestar la propia opinión, es decir, construirse como individuo en una sociedad colectiva. Así el juicio (que es una valoración general) se transforma en una opinión personal expuesta desde uno mismo donde el otro puede reflejarse y construirse.
INTENCIONALIDAD. Como adultos, podemos influenciar en promover lugares donde haya o no haya intencionalidad. La intencionalidad puede estar marcada por el niñ@ (tiene ganas de crear algo para un familiar, o tiene ganas de experimentar qué pasa cuando mezcla colores, o tiene ganas de conseguir el color verde… ), por el adulto (proponer una creación para decorar la sala, poner una música rápida para que se muevan los niñ@s …), por el momento de atención (si la intencionalidad es el resultado o lo que sucede en este momento), de forma indirecta (yo sé que a mi mama le gustan mucho los pajaritos y me paso el día haciendo pajaritos; o a mí me han dicho que soy buena bailando y siempre lo hago así,…), de forma directa o explicita.
Uno de los conceptos que va muy relacionado con la intencionalidad es la idea de resultado. Muchas veces, la intencionalidad es poder obtener un resultado concreto. Esto muchas veces nos puede hacer salir del momento presente y estar pensando en el futuro. Con esto no queremos salir de la intencionalidad, ya que es un aspecto muy interesante de proyección en el futuro y también construir la propia frustración (ya que algunas veces, la idea de creación no se asemeja a lo que sucede). Acompañamos a l@s niñ@s a poder escucharse qué intencionalidad tienen y poder ir viviendo las distintas fases del proceso desde un lugar de escucha.
Como cualquier proceso de creación, este texto llega a su final, por el momento. En estas páginas se pueden encontrar puntos para poder observar, preguntas que formularse e ideas de donde poder construir. Como todo proceso se va enriqueciendo con el tiempo. Para poder llegar hasta aquí nos hemos nutrido de marcos conceptuales de distintas pedagogías (Waldorf, Montessori, Educación Creadora, Reggio Emilia, Psicomotricidad), de nuestra trayectoria y experiencia y vivencias como acompañantes en el día a día de La Caseta.
Referencia bibliográfica: Osho (2007) Creatividad: liberando las fuerzas internas. Barcelona: Editorial DEBOLSILLO